La economia de Grecia está plagada de
corrupción. Los sucesivos goviernos griegos, socialdemócratas y
conservadores utilizaron habitualmente el premio de un puesto de
trabajo para ganarse los votos de su electorado, sobretodo en zonas
rurales, creando fuertes redes clientelares. Kostas Tsiriskas, el
jefe sindical de los funcionarios griegos, reconoce que hay que
reformar la administración, pero rechaza la forma en que se está
haciendo. Hay un objetivo en todo ello, privatizar los servicios
públicos.
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