dimarts, 5 de febrer del 2013

UNA NUEVA ERA DE EXPLORACIÓN



     Desde que nuestra especie salió de África hace unos 60.000 años, el ansia por ir más allá de lo desconocido ha modelado nuestra cultura. Ese impulso no ha perdido intensidad.
     Si nuestra ansia de explorar es innata, tal vez sus fundamentors se encuentren en el genoma. Hay una variante de un gen que tenemos que interviene en el control de la dopamina, un mensajero químico del cerebro con una función importante en el aprendizaje y los mecanismos de recompensa. Los investigadores han asociado muchas veces esta variante a la curiosidad y a la inquietud. Decenas de estudios en humanos han descubierto que esta variante hace a sus portadores más proclives a aceptar riesgos, esplorar nuevos lugares, ideas... y en general a apreciar los cambios y la aventura.  Los estudios en animales que simulan la acción de esa variante genética sugieren un incremento de su propensión al movimiento y la novedad.
     Varias investigaciones relacionan también esta variante con las migraciones humanas: se descubrió que dicha variante era más frecuente en las modernas culturas migratorias como la de los amerindios que migraron del nordeste de Asia a América del Norte, Central y del Sur.
     Según el genetista evolutivo Svante Päävo ningún otro mamífero es tan inquieto como nosotros. 

Pedro.
Fuente: "National Geographic".