dimarts, 30 de novembre del 2010

la vida como compromiso

En su libro morir es nada
El periodista Pepe Rodriguez cuenta :
Como siendo joven sufrió un grave accidente de tráfico y su vehiculo saltó por un terraplén. No llevaba abrochado el cinturón, fue provincial para él. Salió despedido por la ventanilla, justo dió unas vueltas en el aire y cayó a tierra ileso, justo para ver cómo su abitáculo rodante se aplastó contra unas grandes rocas.
Lo inaúdito del percance es que durante, el lapso en que su cuerpo volaba camino de un impacto terrible, su mente parecia tener otras prioridades.
Ajeno al tiempo, disfrutó de una panorámica completa de su vida y sus relaciones. Actos con los que enogullecerse o emocionarse, otros menos gratos.
Al reincorporarse al mundo ya no era lo mismo, ciertas actitudes vitales se habían quedado en el desguace, acaso para siempre.
Según esa experiéncia no hace falta que el cuerpo sufra un gran daño o agonice, para que el cerebro active al instante mecanismo, para afrontar lo que pueda venir.
La ciencia nos dice y también Pepe Rodriguez, en su artículo de este número, que eso nada tiene que ver con un posible más allá, pues sin cerebro no hay conciéncia. Pero otras personas considerarán legítimo preguntarse si al extinguirse la percepcíon común, puede aflorar una faceta desconocida de este universo, si de algún modo, se descorre un telón en vez de simplemente apagarse el escenario.
Las religiones anticípan los coflictos que puede plantear la muerte, de algún modo invitan a prepararse para esa cita sin ficha, lo positivo de la muerte es que invita a elegir lo esencial y a vivir sin contraer deudas. Tanto si se trata de un punto y final como trasbordo, mejor llegar a el en paz y agradecido. Por suerte, la vida en este planeta depara más amor y maravillas de las que cave desear.
sole.